Mientras nos encontramos en la escena somos inconscientemente conscientes de todo lo que se encuentra en el espacio, por mucho que busquemos ignorar al público y hacer de esta forma una cuarta pared auto-impuesta no podremos llevarla a cabo si no está bien entrenado. Ocurre que cuando hemos de mirar la ventana por donde mira nuestro personaje nada más despertarse se encuentra que no ve la ventana, sino muchas cabezas en oscuro mirándole e intentando hacer como si no existieran. Esto desconcentra.
El objetivo cuando nos dirigimos a la cuarta pared es el de creer plenamente sin que nuestro cuerpo de manera subconsciente lo rehuya. Queda muy mal el momento en el que intentas no mirar a las personas del público porque estás convencido de la existencia de la cuarta pared y así no creas esta cuarta pared. El público lo percibe aunque no sean conscientes del todo, pero cuando habla el subconsciente del intérprete y el de los espectadores estos si se entienden entre sí.
Dota la cuarta pared de vida real.
Lo que hemos de saber y tener en cuenta como bien nos comenta en su libro “Un reto para el actor” Uta es que anclemos aquello que debería encontrarse en la cuarta pared con los objetos que realmente se encuentren. Si has de visualizar desde el personaje una ventana ¿por qué no anclarla justo encima del cartel de salida? O ¿el desierto en el que llevas caminando por tantos días por qué no anclarlo justo encima de dónde acaban las butacas?
El gran fallo que se suele cometer es el de transformar ese cartel de salida en ventana. No puedes engañar algo tan objetivo como el ojo. Si es real y existe aprovéchalo y Usalo para tu cuarta pared así la dotarás de sincera realidad y no intentarás huirla cuando te enfrentes solo ante ella.
No evites la cuarta pared hazla tuya.
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Recuerda que la información de este post ha sido extraída del libro de Uta Hagen “Un reto para el actor”, en el cual el escritor del post (Alberto Arroyo) ha aterrizado los conceptos y añadido experiencias y comentarios personales en base a esta información.
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